La Verdad sobre el Arrepentimiento
LA CREACIÓN:
Dios siempre ha sido y siempre será. El cielo y la tierra en toda su
hermosura y gloria son creaciones de Dios. "En el principio creó
Dios los cielos y la tierra" (Génesis 1:1).
Dios creó también los peces del mar, las aves del aire, el ganado
y todo animal en latierra (Génesis 1:25). Luego de hacer esto, Dios decidió
hacer al hombre y darle el dominio en toda la tierra y sobre todo lo que habitara
en ella (Génesis 1:26). "Y creó Dios al hombre a su imagen,
a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó"
(Génesis 1:27).
Dios nombró al hombre, Adán, a quien Dios creó a su imagen.
Adán fue creado sin pecado, santo y puro. El poseía una comunión
directa con Dios. En efecto, Dios creó un jardín de hermosura
y esplendor lleno de buenos frutos, llamado Edén, y se lo dio a Adán.
Era un jardín en el cual Dios y Adán podían caminar, hablar
y tener compañerismo. "Tomó, pues, JHVH Dios al hombre, y
lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó
JHVH Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás
comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás;
porque el día que de él comieres, ciertamente morirás"
(Génesis 2:15-17).
Dios amaba a Adán y a su esposa Eva y quería que ellos le amaran
y adoraran a El. Sin embargo, Dios no lo estableció como una obligación
el amarle y adorarle a El. Dios creó al hombre con el poder de escoger.
El hombre recibió mucho de Dios de lo que aprovechó y se gozó,
pero Dios puso una restricción en él. Dios prohibió a Adán
que comiera del árbol de la ciencia del bien y del mal. Con esto Dios
estaba probando el amor y la obediencia del hombre hacia Dios.
SATANÁS:
Satanás es un ser maligno que se opone a Dios. Una vez, él sirvió
a Dios como un ángel de gran belleza y poder. Aparentemente Dios elevó
a Satanás a una posición alta. Satanás, llamado también
Lucifer, se tornó muy orgulloso de su posición y trató
de exaltarse a si mismo y ser igual a Dios. El encabezó una rebelión
de los ángeles contra Dios. Pero Dios siendo el poder fundamental del
universo derrotó esta rebelión y Satanás y los ángeles
que le siguieron fueron echados del cielo. Dios ha preparado el infierno, un
lugar de eterno fuego y tormento, para su final (Isaías 14:12-15). Actualmente,
Dios permite que Satanás tiente al hombre con el pecado para que le sirva
a él en lugar de servir a Dios.
LA CAÍDA DEL HOMBRE:
Satanás aprovechó su primera oportunidad de tentar al hombre para
que desobedezca a Dios en el huerto de Edén. Satanás siendo muy
astuto se le apareció a la mujer Eva y le mintió. Le dijo que
ella no moriría si comiera del único árbol que Dios les
había prohibido. (Génesis 3:4). "Sino que sabe Dios que el
día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos,
y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal" (Génesis 3:5).
Eva comenzó a observar el fruto. Ella vio que el árbol era bueno
para comer, y que era agradable a los ojos, y ella pensó que sería
deseable para alcanzar la sabiduría. "Y tomó de su fruto,
y comió; y dio también a su marido, el cual comió así
como ella" (Génesis 3:6). El hombre había desobedecido a
Dios. Creado sin pecado, él había caído en el pecado.
CONSECUENCIAS DEL PECADO:
Las consecuencias de la caída del hombre fueron muchas y de gran alcance.
Dios repartió el castigo. A la mujer le prometió dolor y sufrimiento
al dar a luz. Echó a Adán y Eva del hermoso huerto de Edén.
Le dijo a Adán que tendría que trabajar y sudar por su alimento
todos los días de su vida. Dios maldijo la tierra, haciéndola
difícil para sembrar a excepción de un gran esfuerzo. El hombre
nunca más podría comer del árbol de la vida que estaba
en el huerto de Edén y estaba destinado a morir tal como Dios lo había
prometido (Génesis 3:14-19).
La consecuencia más notable de la caída fue el cambio de la naturaleza
del hombre. El hombre, no más sin pecado, sufrió una separación
de Dios. Esta consecuencia no fue aplicada solamente a Adán y Eva sino
a todos sus descendientes. "Por tanto, como el pecado entró en el
mundo por un hombre por cuanto todos pecaron" (Romanos 5:12). "He
aquí, en maldad he sido formado y en pecado me concibió mi madre"
(Salmos 51:5). "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de
la goria de Dios" (Romanos 3:23). "Como está escrito: no hay
justo, ni aun uno" (Romanos 3:10).
Adán pasó su pecado a todos nosotros ya que todos descendemos
de Adán y Eva. Todos nosotros heredamos una naturaleza pecadora y nuestras
obras son del diablo (Satanás). "El que practica el pecado es del
diablo (I Juan 3:8). Por lo tanto, mientras que permanecemos pecadores nuestro
destino es el mismo que el de Satanás. Cualquier persona que muere como
un pecador irá al infierno y allí pasará la eternidad con
Satanás y los ángeles caídos. Juntos, ellos serán
atormentados eternamente en un lago de fuego y azufre (Apocalipsis 20:14; 21:8).
LA POSIBILIDAD DE EXPIACIÓN:
Gracias a la misericordia de Dios no es necesario morir como un pecador. Se
ha hecho una provisión para cualquier individuo que desee ser redimido
del pecado. Otra consecuencia de la caída del hombre en el huerto de
Edén arrojó una luz de esperanza en el camino del hombre, "Y
pondré enemistad entre tí y la mujer, y entre tu simiente y la
simiente suya, ésta te herirá en la cabeza y tú le herirás
en el calcañar" (Génesis 3:15). En otras palabras, Dios,
hablando a Satanás, profetizó de Aquel que vendría de la
simiente de la mujer, quien heriría la cabeza de Satanás. El,
últimamente, conquistaría y destruiría las obras de Satanás.
Satanás estaba destinado para la derrota; la simiente de la mujer para
la victoria.
Aquel de quien Dios habló en Génesis 3:15 es Jesucristo; la simiente
especial de la mujer quien no heredó el pecado de Adán, porque
Su Padre no fue un hombre. Su madre, una virgen llamada María, le concibió
como resultado del Espíritu Santo de Dios que vino sobre ella (Mateo
1:18). Un ángel mandó que Su nombre sea llamado JESÚS porque
él salvaría a su pueblo de sus pecados (Mateo 1:21). Este Jesús
fue la simiente prometida de Génesis 3:15. Su Padre fue el Espíritu
Santo, Su madre fue una virgen. Su nacimiento milagroso sirvió como una
advertencia a Satanás de las cosas por venir.
"Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia
para con Dios y los hombres" (Lucas 2:52). A la edad de 30 años,
Jesús comenzó su ministerio público. Durante Su ministerio,
Jesús realizó muchos milagros. El hizo al cojo, caminar; al ciego,
ver; al sordo, oír; y aún a los muertos regresar a la vida a Su
orden. Su vida nos sirve como un ejemplo a todos. El siempre habló la
verdad, hizo la voluntad de Dios, y sobre todo Jesús nunca pecó.
Mientras Jesús aún estaba en el apogeo de Su vida natural, los
llamados líderes religiosos de Su día conspiraban su crucifixión
en la cruel cruz del Calvario. Ellos le golpearon y azotaron Su espalda despiadadamente.
Una corona de espinas fue puesta sobre Su cabeza. Los soldados crueles arrancaban
la barba de su cara. Sangre y agua fluyeron de Su costado cuando el soldado
le atravesó con su espada.
Todo esto fue hecho a un hombre que nunca hizo mal alguno a nadie; el único
hombre completamente sin pecado que jamás existió. Sin embargo,
Jesús tuvo la muerte más inhumana que ellos pudieran haber tramado
para El. Y aún antes de morir El dijo, "Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:24). Realmente, El era Dios manifestado
en la carne (I Timoteo 3:16). El confirmó esto cuando tres días
después que fue crucificado y sepultado, El se levantó del sepulcro.
Es a través de la muerte voluntaria de Aquel sin pecado, de Su sepultura
y resurrección subsiguientes que nosotros podemos ser aliviados de nuestros
pecados y sus consecuencias. Tenemos ahora, la opción de escoger entre
permanecer cautivos del pecado o vivir una vida cambiada como un siervo de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo. Esto es únicamente posible porque
el pecado y la muerte no tienen poder sobre el Hijo de Dios (I Cor. 15:20-23).
La muerte cruel de Jesús fue una muerte en reemplazo de nosotros. El
pecado demanda la muerte. Dios dijo a Adán y Eva que ellos morirían
si comían del árbol. La muerte aún permanece como la consecuencia
del pecado. Sin embargo, al aceptar el supremo sacrificio de Jesús en
la cruz por nuestros pecados, podemos recibir la remisión de pecados.
"Sin derramamiento de sangre no se hace remisión" (Hebreos
9:22). El derramamiento de sangre es el símbolo de la muerte la cual
es la paga del pecado (Romanos 6:23). Nuestra sangre no tiene que ser derramada
y no tenemos que morir porque la sangre sin pecado y muerte de Jesús
fueron eficaces para todos nuestros pecados. "Al que no conoció
pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en él" (II Corintios 5:21). Jesús, siendo
sin pecado, fue el sacrificio perfecto por el pecado y no será necesario
otro sacrificio jamas (Hebreos 10:12-14).
Si el hombre se arrepiente de sus pecados, ellos le serán perdonados
y lavados por la sangre de Jesús. En la sangre de Jesús hay redención
del pecado (Efe-sios 1:7; Colosenses 1:14). En efecto, es por este propósito
que Jesucristo, Dios manifestado en la carne, vino a este mundo y murió
en la cruel cruz del Calvario. Dios le predestinó antes de la fundación
del mundo para ser el sacrificio perfecto sin mancha por nuestros pecados (I
Pedro 1:18-21). Dios siendo omnisciente, sabiendo todas las cosas, sabía
que el hombre caería en el pecado. Pero El tenía un plan para
redimir al hombre del pecado y El puso en marcha su plan. Todo lo que queda
al. hombre por hacer es aprovechar la obra que Cristo realizó en la cruz
del Calvario.
TODOS LOS HOMBRES DEBEN ARREPENTIRSE:
"Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora
manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan" (Hechos 17:30).
Hasta este punto, hemos tratado: (1) Como todos los hombres nacen pecadores
debido a las consecue cias de la caída de Adán; (2) Como el hombre
es destinado a un infierno, a menos que él pueda ser alejado de la paga
del pecado (muerte y castigo eterno en el infierno); (3) como la muerte del
Hijo de Dios, Jesucristo, en la cruz hizo provisión para la posible eliminación
de los pecados de un individuo. Ahora debemos tratar con esta pregunta tan importante,
"¿Cómo puedo yo, un pecador, aprovechar la obra de Jesucristo
en el Calvario?"
En resumen, un hombre debe volverse de su camino de pecado, arrepentirse, y
venir a Jesús. Esto sucede cuando él es atraído por Dios
a Jesús, pues ningún hombre viene a Jesús a menos que él
es atraído por Dios (Juan 6:44). Puesto que Dios no quiere que niguno
perezca sino que todos procedan al arrepentimiento (II Pedro 3:9; Juan 3:16),
cada uno, alguna vez, durante su vida es atraído hacia Dios de alguna
forma. El hombre hace su propia elección ya sea de someterse al poder
atrayente de Dios y alcanzar la salvación, o rechazarla y continuar en
su pecado. Rechazar esto es una cosa peligrosa porque él nunca sabe cuando
o si tendrá otra oportunidad. Someterse a ésto es la llave para
la vida eterna.
Cuando una persona viene a Jesús, debe venir con fe. "Pero sin fe
es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios
crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan" (Hebreos 11:6).
Esta fe esencial, sin embargo, es innata en cada hombre. La Palabra de Dios
nos dice,"... conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada
uno" (Romanos 12:3). Toda persona tiene que ejercitar su fe y arrepentirse
de sus pecados al ser atraído por Dios.
Para que el hombre reciba el don de Dios, la vida eterna, él tiene que
arrepentirse. El mensaje del arrepentimiento aparece repetidamente en toda la
Biblia. Joñas predicó el arrepentimiento a Nínive y su
arrepentimiento detuvo que el juicio de Dios viniera sobre ellos (Joñas
3:10). Dios envió a Juan el Bautista como el precursor de Jesucristo
a predicar, "Arrepentios, porque el reino de los cielos se ha acercado"
(Mateo 3:2). Jesús dijo que había venido a llamar a los pecadores
al arrepentimiento (Mateo 9:13). El advirtió a ciertos judíos,
"Antes, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente"
(Lucas 13:3). Jesús advirtió cuando comisionó a Sus seguidores,
los discípulos, con el mandamiento que, "Se predicase en su nombre
el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando
desde Jerusalén" (Lucas 24:47).
Los discípulos de Jesús fueron a todas partes predicando el arrepentimiento.
"Pedro les dijo: Arrepentios, y bautícese cada uno de vosotros en
el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis
el don del Espíritu Santo" (Hechos 2:38). Pablo predicó a
los atenienses, "Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta
ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan"
(Hechos 17:30). El mandato es positivo, la responsabilidad segura; para alcanzar
la salvación un hombre tiene que arrepentirse o de lo contrario morirá.
¿QUE ES EL ARREPENTIMIENTO?
El arrepentimiento es un don de Dios traído por Su bondad a nosotros
(Romanos 2:4). El hombre decide en su corazón dejar el pecado y dedicarse
a reformar su vida. Al darse cuenta que es un pecador alejado de Dios, el pecador
sienta una gran tristeza por sus pecados, "Porque la tristeza que es según
Dios produce arrepentimiento para salvación.. ."(II Cor. 7:10).
Luego él confiesa su pecado a Dios y le pide su perdón. El propone
en su mente que con la ayuda de Dios, dejará de cometer el pecado. Se
esforzará en no desobedecer más los mandamientos de Dios sino
vivir en obediencia a la Palabra de Dios.
David, un rey del Antiguo Testamento, un hombre que agradaba a Dios, sabía
lo que era el arrepentimiento. Hablando sobre esto, David escribió, "Por
tanto, confesaré mi maldad, y me contristaré por mi pecado"
(Salmos 38:18), ". . . al corazón contrito y humillado no despreciarás
tú, oh Dios" (Salmos 51:17). Jesús usó el ejemplo
de un publicano que golpeaba su pecho y decía "Dios se propicio
a mi, pecador" (Lucas 18:13), como el hombre que se fue justificado debido
a su arrepentimiento. El arrepentimiento representa un verdadero y apropiado
cambio de propósito del pecado a Dios.
En resumen, arrepentimiento verdadero es: (1) Reconocer, mediante el poder persuasivo
de Dios, que Ud. es un pecador; (2) Decidir en su corazón que Ud. ya
no quiere ser más un pecador; (3) Confesar su pecado a Dios y pedirle
que sea misericordioso con Ud. y le perdone; (4) Morir al pecado, dándole
la espalda con la intención de vivir una vida para Dios, y nunca regresar
a los viejos caminos pecaminosos. "En ninguna manera, Porque los que hemos
muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?"
(Romanos 6:2).
RESULTADOS DEL ARREPENTIMIENTO:
"Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (I Juan 1:9). Dios, siendo un
Dios de amor, envió a Su Hijo a morir en la cruz del Calvario para hacer
posible el arrepentimiento. El quiere que el hombre se arrepienta. Por lo mismo,
cuando la persona se arrepiente, El se alegra y está dispuesto a perdonarle
sus pecados. "Os digo así habrá más gozo en el cielo
por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan
de arrepentimiento" (Lucas 15:7).
El verdadero arrepentimiento trae la misericordia de Dios y el perdón.
El arrepentimiento también califica al hombre para el bautismo en el
nombre del Señor Jesús para que sus pecados sean perdonados (Hechos
2:38). Un hombre arrepentido no solamente es calificado sino obligado a dar
este paso. Es un mandamiento de Dios (Hechos 10:33-48), y si un hombre se ha
arrepentido verdaderamente, él se ha comprometido a obedecer los mandatos
de Dios. Además del bautismo en el nombre de Jesús para la remisión
de pecados, el individuo arrepentido recibe la promesa del don del Espíritu
Santo, acompañado por la promesa de vida eterna.
El arrepentimiento es un privilegio al alcance de todos, que debería
ser deseado por todos, y hoy es el día que debe aprovecharse de esto.
"He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día
de salvación" (II Corintios 6:2).